sábado, 8 de octubre de 2011

ARTICULO

Este articulo lo publico para que lo para darnos cuenta que nosotros como futoras Psicologos tenemos mucho que hacer enPais prevención.
El prente articulo fue publicado el la revista VISTAZO DEL MES DE MARZO DEL 2011




País___ECUADOR EL PAÍS DE LAS MADRES NIÑAS______________________________________________________________________

PaisPaís_________________________________________________________________________
Guerra al embarazo en adolescentes
Ecuador tiene la cifra más alta de embarazos en adolescentes de la región. El tema es ahora prioridad nacional, por el anuncio presidencial de iniciar una estrategia agresiva que implica políticas de planificación familiar.

Madre a los diez años. ¿Segundo embarazo? Tres años más tarde. Tres criaturas a la deriva, madre incluida… Un ciclo de pobreza que repetirán los hijos; círculo interminable de falta de oportunidades. Algo falla en una sociedad donde las niñas tienen hijos en lugar de gestar conocimiento y preparación para su futuro.
El problema de la maternidad en niñas y adolescentes no es reciente; pero hoy es un asunto de interés nacional, porque el presidente Rafael Correa anunció un programa urgente para frenar los embarazos entre los jóvenes ecuatorianos.
¿Estrategia en tiempos de campaña pro consulta popular? ¿Una brillante manera de plantear un debate nacional de salud pública, y así opacar el escándalo tras la muerte de neonatos en un hospital estatal de Guayaquil? ¿Un intento por cambiar su imagen de hombre conservador y ferviente religioso justo ahora, cuando la izquierda le acusa de haberse derechizado?
Más allá de cualquier cálculo, hay una realidad inocultable. En 10 años, el número de niñas de 10 a 14 años que tuvo un embarazo creció en un 74 por ciento.
Es hora de frenar esta avalancha de niñas-madres.
“En un gabinete itinerante el Presidente vio a niñas a punto de dar a luz en hospitales públicos y se preocupó; el debate fue planteado meses atrás; ahora, hay un compromiso gubernamental de enfrentarlo y ésa es la gran diferencia”, explica a Vistazo la doctora Mónica Cañas, coordinadora de la Unidad Ejecutora de Maternidad Gratuita del Ministerio de Salud Pública (MSP).
La doctora Susana Guijarro, líder del Área de Salud de Adolescencia del MSP, conoce a fondo el fenómeno. Por años fue directora del Servicio Integral de Adolescentes Embarazadas del hospital ginecobstétrico Isidro Ayora, en Quito. “Es la puerta de entrada al ciclo del fracaso y la pobreza”.
El hospital Isidro Ayora creó el servicio diferenciado para adolescentes en 1988.
Para entonces, el 16 por ciento del total de partos correspondía a menores. Ahora, los partos de jóvenes equivalen al 27 por ciento del total. Esta casa atiende el 60 por ciento de partos en la Capital.
El centro fue pionero en implantar un servicio integral: un equipo multi e interdisciplinario trata cada caso. “El motivo de consulta es el embarazo, pero en cada historia clínica se esconde una realidad: a algunas sus padres las botan de la casa; a más de una la pareja le pregunta si la criatura es suya; y en el colegio les explican que el plantel es exclusivo para señoritas, una manera indirecta de expulsarlas”, según la doctora Guijarro.
“La expulsión del colegio es la segunda de su vida. Con frecuencia, la joven que queda embarazada ya ha sido expulsada afectivamente de su hogar, y busca el amor que le falta en una pareja y en un hijo, muchas buscan deliberadamente el embarazo para salir de una realidad de maltrato en el hogar”, aclara la doctora Cañas.
La estrategia nacional
Las especialistas Mónica Cañas y Susana Guijarro son responsables de la estrategia nacional que acaba de anunciar el presidente Correa. “Partimos de un enfoque de derechos sexuales y reproductivos, cerrar los ojos y negar el hecho de que los jóvenes tienen vida sexual no ayuda. Lo ideal es que si ellos toman la decisión de tener relaciones, que estén informados de los riesgos (de enfermedades de transmisión sexual, de embarazo) y que puedan asumir las consecuencias”.
Según el último dato nacional (Endemain 2004) los ecuatorianos inician la vida sexual a los 16 años. Hay evidencia de que el inicio es más temprano. El 91 por ciento de adolescentes conoce de métodos anticonceptivos seguros, pero solo el 49 por ciento los usa.
El presidente Correa anticipó que habría una reacción furibunda de los sectores más conservadores de la sociedad.
La iglesia católica predica que el uso de métodos artificiales para el control de la natalidad es abortivo. Aunque ratificó su fe, Correa argumentó que “No podemos oponernos a los métodos artificiales para controlar la natalidad, preservativos, vasectomía, ligaduras, tenemos que hablar de esto y educar a las madres más pobres, a las adolescentes…”.
Según dijo a Ecuavisa el doctor Paolo Marangoni, director ejecutivo de Aprofe, en 46 años fue imposible llegar a toda la población con campañas y evitar embarazos adolescentes. Por eso aplaude la decisión del Gobierno. “Literatura mundial demuestra que lo anticonceptivo no es abortivo, no es que fomente promiscuidad, pero la gente debe escoger con información lo que quiere de su vida. Es dramático, es un fenómeno mundial, jóvenes de 13 años embarazadas, la sociedad debe organizarse en este nuevo parámetro”.
El proyecto del Gobierno contiene cuatro ejes de acción: acceso gratuito a todo tipo de anticonceptivos, incluida la píldora de emergencia que se suministra hasta 72 horas después de una relación de riesgo; educación y consejería sexual; campaña para cambiar los patrones culturales con tintes de violencia y machismo; y participación de los jóvenes.
El componente planificación familiar tiene un presupuesto de ocho millones de dólares; aunque están en curso fondos para otros proyectos complementarios, explica la doctora Cañas.
En 2007, se definió como urgente la elaboración de un Plan Andino para la Prevención del Embarazo en Adolescentes: Ecuador tiene la cifra más alta.
Una de las primeras acciones del Plan Nacional fue aumentar el número de unidades operativas de salud que brinden atención diferenciada a adolescentes: en 2007 eran 16, hoy son 140. En todo el país, sin embargo, hay 2.800 unidades operativas.
Pobreza y falta de educación
Según el Plan Nacional, dos de cada tres adolescentes de 15 a 19 años sin educación son madres o están embarazadas. “Las proporciones de maternidad adolescente son hasta cuatro veces más elevadas entre las jóvenes que no tienen educación”.
El fenómeno está atado a la pobreza, además la perenniza. Según la encuesta nacional Endemain 2004, el 45 por ciento de jóvenes no estudiaban ni trabajaban cuando se embarazaron. Los ingresos mensuales de las madres adolescentes son alrededor de 90 por ciento más bajos que los ingresos de las madres adultas.
La fecundidad adolescente en áreas rurales es 30 por ciento más alta que en las áreas urbanas.
La educación va de la mano con la prevención.
“En ciertos colegios las autoridades reaccionan frente al embarazo adolescente como si fuese una enfermedad contagiosa, cuando es lo contrario si se sabe manejar, actúa como una vacuna: una chica que mira a su compañera de aula en ese estado buscará no repetir la misma historia”, explica la doctora Guijarro.
Planteles como el Liceo Fernández Madrid, de Quito, tienen una política inclusiva, explica el rector, Orlando Andrade.
“La población joven que estudia tiene, por lo general, una capa protectora frente a embarazos adolescentes, porque tiene una meta profesional que alcanzar”, explica la doctora Mercy Rosero, responsable de Adolescencia del Subcentro de Salud de Chillogallo, en el sur de Quito. Experta en Obstetricia, Rosero tiene una maestría en Adolescencia en la Universidad Andina Simón Bolívar. La experta dirige talleres semanales: ayuda a madres precoces a conocer sus derechos para ejercerlos en las casas de salud durante el parto.
Historias que marcan vidas
El maquillaje en sus ojos no esconde sus rasgos de niña. Aún no cumple los 16 años y lleva en sus brazos a su hijo de siete meses. Cristina estudiaba la secundaria cuando descubrió que estaba embarazada: “Lo más duro fue avisarle a mi mamá, en un principio ella estaba golpeada, pero me dio su apoyo”.
Retirarse del colegio, continuar el bachillerato a distancia, vivir en el mismo techo con su familia y con el padre de su hijo, abstenerse de fiestas y paseos por cuidar al bebé: son algunos de los cambios que vivió después de tener un hijo en la adolescencia. “Si pudiera volver el tiempo atrás, me cuidaría”.
Carolina, de 17, lleva a su bebé de dos meses al control pediátrico. “Me ocurrió a pesar de que mi mamá cada mes me llevaba el control de la regla; cuando nos dimos cuenta, con mi novio nos fugamos, pero volvimos el mismo día… huyendo no sacábamos nada”.
Karina, de 18, acaba de dar a luz un bebé que ahora está en cuidados especiales. “Diez días antes de la fecha prevista me dio un dolor intenso en el vientre, llegué al hospital cuando el niño ya nacía”. Ella se separó de su pareja hace cinco meses, así que vivió sola el parto. Y deberá enfrentar también sola el reto de criar a su hijo, porque su familia vive en una ciudad amazónica.
Historias como éstas se registran a diario en el hospital ginecobstétrico Isidro Ayora, donde cada día 120 menores de 19 años ingresan a consulta externa para controles de embarazo y donde ocho adolescentes dan a luz a diario.
El rompimiento de las familias es una de las causas. Esto explicaría porque en la última década, cuando aumentó la migración de ecuatorianos al exterior, la incidencia de embarazos prematuros fue mayor. Así lo cree Miryam Moya, quien dirigió el Programa Ecuador Adolescente, iniciativa impulsada con apoyo económico de la Cooperación de Bélgica y una contraparte local.
“La separación o la ausencia de los padres hacen que los jóvenes enfrenten solos su adolescencia. La sociedad considera que ellos no son capaces de tomar decisiones responsables y no les facilita información adecuada”, explica Moya.
Es hora de que la sociedad abra los ojos. Es tiempo de dejarlas ser niñas y jóvenes, y no madres antes de hora.
¿Tiene hijos? Abra los ojos 
Padres, profesores y jóvenes deben recibir información sobre el tema para enfrentarlo, explica la experta Mercy Rosero. “Es importante que los adultos abramos los ojos a la sexualidad de los hijos”. Rosero es autora de dos investigaciones: “Hay indicios de que los jóvenes empiezan la vida sexual a los 13 años”.
La especialista dirige un programa piloto en un colegio de Quito. Treinta jóvenes acuden mensualmente a controles. “La mayoría viene sin conocimiento de sus padres”.
Lo primero es quitar el velo del prejuicio, entre los adultos y en los chicos. “Muchas piensan que en la primera relación sexual no se pueden embarazar. Otras piensan que un beso les puede dejar embarazadas”.
El experto en medicina y sexualidad, Raúl Mideros, cree que “Hay que rebasar la dimensión biológica y comprender el tema en todas sus aristas, antes que moralizar”. Mideros, catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar, asegura que el control externo de los padres no es la mejor manera de abordarlo. “Es poner una tapa en una olla de presión, la abstinencia como adoctrinamiento no funciona; mientras algo se prohíbe, más se realiza”.

“Que viva el sexo libre”
“Viva el sexo libre… Libre de embarazos no deseados, libre de enfermedades de transmisión sexual, libre de frustraciones amorosas”. Es la consigna del Movimiento Estudiantil y Profesional Alfa y Omega del Ecuador. Sus representantes, Brith Gómez y Carlos Rada, mantienen una campaña de jóvenes para jóvenes, y forman facilitadores estudiantiles que “Dan primeros auxilios a sus compañeros en temas de prevención”. El objetivo de estos talleres en planteles educativos es retrasar la edad del inicio sexual. Por datos de esta organización, los jóvenes tienen sexo desde los 13 años.
“Es necesario no reducir el tema a la genitalidad. Buscar la dimensión física, psíquica y espiritual y encontrar un enfoque con los sentimientos. La solución no es repartir preservativos, se puede proteger el cuerpo, pero no hay condones para el alma”.
Desde esta perspectiva, los jóvenes deben encontrar un proyecto de vida, y mantenerse ocupados en conseguir sus ideales.
Analfabetos afectivos
Jokin de Irala, experto español en Medicina y Salud Pública, explica que la actual es una generación de analfabetos afectivos. “Demasiados jóvenes viven respondiendo a sus deseos. La juventud de hoy es de las mejor informadas sobre sexualidad. Sin embargo coexiste con gran decepción, dolor y analfabetismo afectivo, infelicidad y fracaso en el amor”.
A su juicio, éste es el resultado de haber insistido en los aspectos biológicos de la información sobre sexualidad, sin ayudarles a desarrollarse como personas sexuadas capaces de amar. “Si la sexualidad se presenta como vehículo de placer personal en vez de como vehículo de encuentro y amor, eso les lleva a sentirse infelices”.
El experto cree que en nuestras sociedades falta educación del carácter, y ésa es una responsabilidad de los padres. “Con mucha información sin una seria reflexión ética es fácil equivocarnos. Una educación sexual sin valores es una llamada a la experimentación sexual. Y, la experimentación sexual, con o sin preservativos, está llena de riesgos”.


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